Mònica Pérez Rodríguez 1ESO
Era el último día antes de las vacaciones de Navidad, así que decidí ir al Ikea a comprar algunos adornos para el abeto. Encontré unas preciosas bolas plateadas y unas cintas de colores. Mientras me dirigía hacia la salida me llamó la atención un elegante armario de madera de pino de grandes dimensiones. Me paré a observarlo detenidamente y en ese momento escuché que por el altavoz anunciaban:
- Señores clientes, el centro cerrará sus puertas en quince minutos, gracias.
Me metí dentro del armario para poder alcanzar mi chaqueta de piel que había dejado colgada en una percha. Antes de poder salir, la puerta del mueble se cerró. Intente abrirla, pero era inútil. Sin pensarlo dos veces empecé a gritar y a dar patadas a la puerta desesperadamente. Unos minutos más tarde me rendí y me senté en el suelo. La poca fuerza que me quedaba la emplee en una última patada con rabia. La puerta se abrió lentamente y una sonrisa de oreja a oreja cubrió todo mi rostro. Salí del armario y observé que prácticamente todo el edificio estaba oscuro. Cogí una linterna que encontré en una estantería y me dirigí en busca de la salida. La encontré, pero unas persianas de hierro cubrían todas las puertas automáticas, así que con el móvil llamé a mi esposa:
- Hola cariño – le saludé.
- Hola ¿Cómo va todo? –
- Genial, solo me he quedado encerrado en el Ikea, nada de gran importancia- le respondí con sarcasmo.
- ¿Cómo? –
- ¿Tranquilízate, vale? Mañana vuelvo a casa. ¡adiós, te quiero!
Colgué rápido antes de tener que responder a más preguntas y me dirigí hacía la cafetería que se encontraba en la segunda planta. Cogí un zumo de la nevera y un bocadillo del mostrador. Con mucho apetito me lo acabé todo en un abrir y cerrar de ojos. Para tranquilizarme un poco fui a investigar por aquel gran edificio. Siendo ya casi las once de la noche, el sueño me invadía. Bajé a la primera planta donde se encontraban las camas. Podía elegir entre decenas y al final me decidí por la más cara y la más elegante. Empezaba a sentirme como un rico, el Ikea era como una gigantesca mansión toda para mí solo. Me di cuenta en la situación en que me encontraba, así que dejé atrás el sueño y empecé a saltar por las camas. Media hora después me estire en la cama y , un segundo más tarde me dormí.
Al día siguiente el ruido de los altavoces me despertó:
- Les rogamos por favor a todos nuestros clientes, no fumen dentro de todo el recinto, gracias.
Bajé rápido de la cama y me escondí dentro del armario más cercano. Abrí un poco la puerta y observé una niña pequeña que andaba por allí. Me peiné un poco con las manos y salí. Vi como la niña me miraba sorprendida. Subí al segundo piso y me dirigí al mostrador de la cafetería. Pedí un café y un bocadillo de mortadela. Saqué de mi bolsillo trasero la cartera y le pagué la cantidad exacta al camarero. Salí del Ikea y cogí mi coche para volver a mi hogar. Preparé mi cara de ángel y entre en casa. Mi mujer y mis dos hijos vinieron rápidamente a abrazarme. Les conté todo lo sucedido y por la tarde volvimos a ir al Ikea. Nos escondimos en uno de los armarios y unos minutos más tarde escuchamos:
- Ikea cerrará sus puertas en unos instantes, gracias.
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hola moni soy la laia te acuerdas de mi?? bueno ahora voy a sexto. oye tu texto es muy bueno espero qu vayas bien... dentro de poco nos veremos un beso a todos!!!adios!
ResponEliminahola monica soy alba de sexto que bueno es una historia fantastica espero que eso no te aya pasado de verdad pero si te a pasado la proxima vez que lo agas vamos las dos juntas jajajaja bueno un beso y k te vaya bieen el curso adios!!!
ResponEliminaMolt bona !
ResponEliminaEnric Cardelo