28 de juny del 2019

PROSA POÈTICA

Paula Martínez
Alumna de 2n del Batxillerat Humanístic

Todo se traduce. Traducir, volver a escribir, decir con otras palabras. Nos subimos a los árboles y gritamos palabras. Nos hundimos en las aguas profundas de una olla hirviendo y salen las palabras en forma de burbuja. Quemamos nuestros cuerpos en una hoguera de invierno y salen las palabras en forma de cenizas. Todo sale, todo calla. Qué violento, qué violento. Callar es la poesía de hablar. Cuando te quemas callas, cuando hierves callas, cuando chillas callas. Siempre callas. Es mejor callar que hablar porque callar implica sufrir y sufrir implica sentir. Las palabras, qué tesoro. Pobre tesorito, sólo sale cuando callar ya no puede ser una opción. Qué pena, qué penita. Pobre árbol, pobre olla, pobre fuego.

Burbujitas en el fondo de la olla queman el culo de una palabra. Los monos en lo alto de un árbol arrancan los pelos de una palabra. El fuego de la hoguera quema el cerebro de una palabra. Se destruye, se destruye. Le destruye su pasión, su sentido vital le arranca la existencia. Pobre palabra, pobre palabra.

Pequeña palabra viaja al exterior. Hola Profesora, esta es mi palabra. Palabrita sufrida palabrita aprendida. Pequeña palabra que busca y encuentra pero que si la buscan a ella sólo encuentran serrín.

Serrín, serrín, serrín de la destrucción.

Esta es mi palabra, pequeño serrín.

Bibliotecas llenas de polvo los viernes de cada tres semanas. Hola Lluna, ¿Cómo estas? Bien, bien, arrancando las palabras de mi serrín. Ye veo, ya veo.

Mira el árbol.
¿Dónde están los monos?
Mira en tu serrín. Ya veo, ya veo.

¿Tienes hambre?
Un poco.
Ten arroz. Arroz, arroz hervido.

Piensa un poco.
Me quema el cerebro.
Recoge la sangre en el bol del callar.

Pobrecitas, pobrecitas. Pobres palabras que callan en el bol del callar.

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